sábado, 27 de septiembre de 2008

27 de Setiembre - DÍA NACIONAL DE LA CONCIENCIA AMBIENTAL

LA JUSTICIA ABSOLVIO A LOS CINCO EMPRESARIOS QUE HABIAN SIDO PROCESADOS
Murieron intoxicados hace siete años y todavía no hay culpables.
Siete personas perdieron la vida en 1993, al respirar los gases de un compuesto llamado ácido cianhídrico que se filtró en las cañerías de una casa de Avellaneda.
La causa civil recién está en período de prueba.
Manuel Nuin (79) se desplomó de repente. Su esposa, María Angela (80), quiso socorrerlo, pero el hombre no le contestó. Entonces, la mujer llamó por teléfono a su hijo Horacio (43), quien a su vez avisó a su esposa, Rosa Scala (43). De camino hacia la casa de sus padres, Horacio pasó por un centro de emergencias médicas y, acompañado por un grupo de médicos, se dirigió a la casa de la calle 25 de Mayo 319, de Avellaneda. Cuando entró, encontró a sus padres y a su esposa. Estaban muertos en el piso de la cocina. Los médicos trataron de reanimarlos sin suponer que un asesino invisible también terminaría con ellos: en apenas segundos también cayeron, inconscientes, Horacio, la doctora Bibiana Otero de Turcutto (41), el camillero Roberto Voytezko (32) y el enfermero Orlando Cáceres (30). Después, un juez de Lomas de Zamora determinó que las siete personas que murieron aquel 27 de setiembre de 1993 fueron víctimas de un escape de gas cianhídrico, que los mató mientras corría por las cañerías de la casa. Sin embargo, a 7 años de la tragedia, no hay culpables: en la causa penal fueron sobreseídos definitivamente los cuatro empresarios —dueños de un depósito de compuestos químicos— y una transportista que presuntamente habrían arrojado los ácidos. Y la causa civil recién está en período de prueba. Desprotección e impunidad.
Hoy, los familiares de las víctimas aseguran que los invade "una sensación de desprotección e impunidad", y anticiparon que no descansarán "hasta conseguir justicia" (ver "Los familiares...). El juez Guillermo Roberts, que instruyó la causa penal —que llegó a tener casi 2.000 fojas—, determinó que el escape se debió a una combinación de sustancias tóxicas: alguien echó ácido sulfúrico a las cloacas y, a pocas cuadras, otra persona tiró sales de cianuro. En el agua estancada se formó el ácido cianhídrico. Y escapó por una rejilla de la casa de los Nuin. Para los voceros de Aguas Argentinas, hubo un error que costó vidas: "La familia tenía conectada la red pluvial a la cloacal, y el patio donde estaba la rejilla había sido convertido en un comedor diario. Allí se concentraron los vapores." Lo cierto es que el juez procesó a cuatro empresarios al comprobar que había restos de vertidos de esos tóxicos en las cañerías de su compañía. Estaban a sólo 4 cuadras de la casa de los Nuin, en el centro de Avellaneda. Pero no alcanzó para acusarlos de contaminación seguida de muerte, como pretendía la acusación. Los familiares de las víctimas entienden que no sólo los empresarios fueron los responsables de la tragedia. Y por eso, en la causa que se tramita en el foro civil de La Plata y Capital, hay diez demandados, entre el municipio, los Estados provincial y nacional, las empresas y las firmas aseguradoras. Ya hubo una audiencia entre las partes (que no prosperó) y la causa está en período de prueba. "Seguramente habrá una respuesta el año próximo", auguraron los abogados de las víctimas. Lo que quedó definitivamente claro es que "el vertido clandestino de arsénico y ácidos a las cañerías fue el origen de la tragedia. Y este tipo de trabajos ilegales son una bomba ecológica. Hay que darles poder de policía y equipamiento a los municipios para que puedan detectar si esta clase de empresas opera en su zona", sugirió el secretario de Política Ambiental bonaerense, Ricardo Rodríguez. En 1996, en homenaje a los muertos en esta tragedia, se conmemoró por primera vez el Día Nacional de la Conciencia Ambiental. "Si la gente que sabe de estas prácticas ilegales no hace las denuncias, a los municipios les resulta muy difícil combatir a estas firmas. En el municipio de Avellaneda aseguraron que las empresas presuntamente involucradas ya no están funcionando en la zona. Pero no quieren sobresaltos: "Venimos de una inercia total de controles y de vivir en el reino de la permisividad. Por eso, la única forma de evitar otra desgracia de este tipo es efectuando controles serios y periódicos. Para eso se están analizando los rubros peligrosos y se intensificaron las inspecciones. Hay que prevenir con presión e información", dijo a Clarín el secretario de Medio Ambiente de Avellaneda, Leonardo Pastorino.
Desde 1993, la casa de la tragedia tiene las puertas cerradas y las persianas bajas. Nadie volvió a vivir allí. Y hace tiempo que tiene un cartel que dice: "En venta".
Fuente Diario Clarín, Edición 27/09/2000: http://www.clarin.com/diario/2000/09/27/s-04401.htm

1 comentario:

Unknown dijo...

Y la trampa de cianuro sigue armada esperando nuevas víctima.
Y en homenaje macabro y siniestro a Avellaneda y Cromañón, ahora hay minería de oro con cianuro en varias provincias, veneno que antes de volcarse en los ríos de destino primero pasea en camiones por las rutas argentinas, sin que nadie diga nada.